一粒麥子
約翰福音第十二章20~36節
離耶穌受難不久前,一群在耶路撒冷城預備與猶太人一同過逾越節的希臘人找到了門徒,他們央求見耶穌。原來,這些是渴望尋求真理的外邦人,聽聞全城的人都在談論著耶穌,自然,耶穌的言行、身份及使命深深地吸引著這群好奇的尋道者。
耶穌一聽到這事,祂的反應不是接受或拒絕,而是說了一段耐人尋味的話,引人進入更深的信息。祂宣告:「人子得榮耀的時候到了。」並以自然界的麥子比喻成自己,藉此說明自己即將受死,如同麥子埋入土裡死了,爾後結出豐碩、飽滿的麥穗來。
自然界裡,種子的「死」是一種捨己的變化,藉由子粒的死去進而帶來更奇異、結實纍纍的生命繁延狀態。基督死而復活的生命,更是如此,因祂的「時候到了」,上帝拯救世人、賜與更豐盛生命的應許即便展開來了!
耶穌來不是為了收門徒,無論是猶太人或是希臘人,好建立自己在地上的國度。耶穌來的目的乃是傳天國的福音,並且待時候到了,甘心為罪人死,並按著應許復活,完成救贖大功。
你 和我皆因耶穌的死與復活、愛的大能,成了千千萬萬顆子粒來,是見證、是榮耀,然而,我們若愛惜自己的生命,便僅僅是一粒,更可能成為壞死的一顆。但若是 「死了」,謙卑與主連結、捨己順從聖靈,就是容讓復活的基督住在裡面,繼續釋放祂那結出許多子粒來的繁延大能時,你我的生命才是真實屬天、像耶穌的生命。
活著不為自己圖謀大事、受屈也不為自己申冤,死去,實在不是一件容易的事,但卻是一個最榮耀的經歷!靠主,我們終能與保羅一同誇口:向主死、為主活。「我們若活著,是向主活;若死了,是向主死。所以我們或活或死,總是主的人。」(羅十四8)
何仁豪牧師
El grano de trigo
Juan 12:20~36
Poco antes de la inmolación de Jesús, un grupo de griegos que había subido a Jerusalén para adorar en las pascuas, se encontraron con unos discípulos y rogaron poder encontrarse con Jesús. Tras escuchar acerca de Jesús en toda la ciudad, estos paganos sedientos de encontrar la verdad, se sintieron intensamente atraídos por las palabras, la conducta, la identidad y la misión de Jesús.
Al saber de esto, la reacción de Jesús no fue ni de aceptación ni de rechazo, si no que dijo algo muy interesante, que nos lleva a un mensaje aún más profundo. Él declaró: “Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado”, seguidamente se comparó a sí mismo con un ejemplo de la naturaleza: el grano de trigo. A través de él, explicó su muerte cual grano de trigo que cae en tierra y muere para luego producir abundantes y henchidas espigas de trigo.
En la naturaleza, la muerte de una semilla implica una transformación autoinmolante. Mediante ella se accede y se produce la continuidad de un estado de vida aún más maravilloso y fructífero. Con mayor razón la vida de Cristo muerto y resucitado es así, pues “su hora ha llegado”, ¡la de la salvación divina al mundo, la del despliegue de la promesa de otorgar vida en sobreabundancia!
Jesús no vino a coleccionar discípulos judíos y griegos para fundar su reino en la Tierra. Jesús vino para anunciar el evangelio del reino de los cielos, y, a su momento, aceptar morir por los pecadores y resucitar conforme a la promesa, a fin de completar la excelsa obra de redención.
Vos y yo, mediante el gran poder del amor manifestado en la muerte y resurrección de Jesús, nos convertimos en millares y millares de semillas, somos testimonio vivo, somos la gloria, pero si nos apegamos a nuestra vida, continuamos siendo tan sólo un grano, y aumentamos las probabilidades de ser uno que sufre de necrosis. Contrariamente, si “morimos”, nos unimos humildemente al Señor y en obediencia al Espíritu Santo nos damos a nosotros mismos, permitimos que el Cristo resucitado viva en nosotros y continúe librando su gran poder engendrador de numerosísimos granos. De este modo tu vida y la mía serán realmente celestiales, como la vida de Jesús lo es.
El dejarse morir no es tarea sencilla: vivir sin trazarse para sí grandes planes, ser humillado sin tomar venganza, ¡pero sí una gloriosa experiencia! Confiados en el Señor, podemos jactarnos como Pablo: morir y vivir para el Señor. “Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos.” (Romanos 14:8)
Pr. Felipe Ho